Gin: la bebida más libre del mundo
"El vino tiene la uva, el whisky, el grano. El ron, la caña. Pero el gin ... el gin tiene el mundo"
Hay bebidas que nacen con una geografía fija: el whisky escocés, el tequila mexicano, el sake japonés.
Hay otras que deben obedecer a una sola materia prima o denominación: la uva, la malta, el agave.
Pero el gin rompió con ese molde desde el inicio.
Su única regla es simple y clara:
El enebro debe ser la nota dominante.
El resto… es libertad.
No hay otro destilado que permita tanta exploración, tanta voz propia, tanta interpretación.
Eso hace del gin un espíritu vivo, adaptable, sin territorio exclusivo.
Puede hablar de Londres o de la Patagonia, de una costa cítrica o de un bosque de altura.
Puede ser seco como una piedra o exuberante como un jardín.
Y eso no es debilidad: es una fortaleza radical.
El gin no te impone un camino.
Te da una brújula y te dice: explorá.
Cada gin es un mapa.
Y cada destilador, un cartógrafo del aroma.
Y ahí, justo ahí, es donde aparece el carácter de cada productor.
Porque en lugar de repetir una fórmula, el gin permite diseñar una identidad.
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